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Huida al Tibet

Título: Huida al Tibet

Autor: Endika Urtaran

Reseña hecha por : Alicia Ortego  @Alisetter

Esta es una historia trepidante, una novela de ficción de lo más entretenida y que discurre en una de las zonas más fascinantes del planeta: el Himalaya

Premio Desnivel de literatura 2011, Endika Urtaran es un joven escritor, Ingeniero Técnico en Topografía y amante de la montaña.huida al tibet

No es que estemos ante un libro de alta calidad literaria, pero como una película de ésas que te dejan grandes imágenes en la cabeza, esta historia nos aportará buenos ratos y la fantasía de transportarnos a aquellas tierras.

Jon, cocinero vasco y apasionado aficionado a la montaña recibe un zarpazo de la vida, de ésos que te descolocan… en medio de cierta crisis de pareja, además, decide largarse a la desesperada, con todos los visos de querer morir en cualquier parte del mundo.

Se va a Lhasa, supongo que cuando se podía entrar con relativa facilidad, y en cuanto llega coge un camión que se dirige a Katmandú.

No termina ése viaje, porque el alcohol descubierto en el camino (esos licores extremadamente fuertes a los que son aficionados los chinos) y el desapego a la vida que ya no le interesa, y a la montaña a la que en parte culpa de aquél zarpazo, le sacan de aquel camino y se pierde en las alturas incluso a pesar de los soldaditos chinos que jalonan todas las rutas y se ocupan de que nadie se desmande ni para ir al baño…

La vida no quiere dejarle morir, o el destino, o vaya ud. a saber, y acaba en un monasterio donde recupera su maltrecha mente, aprende tibetano, y hace amistad con Dorje, un monje aficionado a los mapas antiguos que guardan en la biblioteca de dicho monasterio.

Entre tanto, otras dos historias se desarrollan haciéndonos saltar vertiginosamente de una a otra, de continente a continente. Historias que se acabarán cruzando en el camino de Jon… y poco más voy a contar, claro está!! 🙂

Solamente decir que la novela transcurre entre Tíbet y Katmandú en buena parte.

Tíbet, ocupado por el ejército chino que no logra (ni ellos, ni sus políticos), más que sembrar el país de horror y sufrimiento, de represión… No, así no se consiguen las cosas, aunque de momento sus millones les valen el silencio de la comunidad internacional. Aunque siempre hay quienes piensan que les va a ir mejor aliándose con el poder, independientemente de las consecuencias que eso tenga para otros. Algo que también se refleja en la historia que acontece en este libro.

-El niño se llamaba Tsedon, tenía 12 años, era mi hermano. La chica se llamaba Keltsang, mi hermana de 17 años. Y la mujer era mi madre. Tsedon y Keltsang fueron tiroteados por la policía china de seguridad fronteriza el 30 de septiembre de 2006.

Intentaban cruzar por el paso de Nangpa La para dirigirse a Dharamsala, la ciudad india donde se exilió el Dalai Lama. El resto de la familia nos íbamos a reunir con ellos unos meses más tarde.

Fue una auténtica masacre, bajo los disparos desaparecieron 18 personas de las cuales 12 eran menores de edad. Mi madre murió de pena un año más tarde.

-Pero, ¿por qué no nos enteramos de estas cosas en Occidente?- replicó Sam indignado.

-Las autoridades chinas intentaron silenciarlo, pero Nangpa La está muy cerca del campo base del Cho Oyu. En ese momento había un grupo de alpinistas extranjeros que lo vio todo. Los policías chinos alegaron que había sido en defensa propia, pero por suerte un alpinista rumano filmó toda la escena con su cámara de vídeo y la colgó en Internet. Yo no me he atrevido a verlo, pero, según me han contado, se distingue claramente cómo los peregrinos no se defendían del ataque.

Asimismo, asistimos a la construcción de un hotel de 5 estrellas en el campamento base del Everest. Así, como suena. Con una pista de aterrizaje para helicópteros, para que los turistas puedan sobrevolar la montaña más alta del mundo con todas las comodidades. Uf. No sé si será cierto, pero creo muy capaces a los chinos de hacer algo así, siguiendo sus criterios mercantiles y absolutistas, donde el respeto por lo que no es “suyo” (aunque lo reclamen) es ínfimo o nulo.

Katmandú, esa ciudad base de operaciones para los montañeros que intentan subir los grandes picos del Himalaya, un destino también en sí mismo, una de las antiguas capitales de los hippies, de aquéllos que cruzaban Asia –incluyendo Afganistán-. La novela me ha hecho recordar mi estancia y sus gentes, de las más amables de este mundo…

Y la montaña, el espíritu montañero, la solidaridad, el trabajo en equipo, la idiotez de los que no comprenden algo así y pretenden que el mundo sea suyo por un puñado de dólares (y aunque fueran cientos de miles de millones!).

Y el racismo, el radicalismo y la estupidez de los que se enredan en ese tipo de movimientos…

Todas estas historias confluyen en esta (vuelvo a decirlo) trepidante novela que puede ser un buen entretenimiento para estas Navidades, o para cuando sea 🙂

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Un comentario

  1. Gran reseña Alicia. Lo que comentas del Everest parece ser una realidad, y es que esa montaña es víctima de su propia fama. Lo de los chinos en Tibet es algo triste y hechos sobre lo sque el mundo occidental y los organismos internacionales llevan décadas ignorando.

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