martes , junio 6 2023
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Del viaje como arte

Título: Del viaje como arte

Autora: Edith Wharton

Reseña hecha por: Alicia Ortego   @Alisetter

Edith Wharton fue una viajera norteamericana también novelista, que viajó y viajó entre finales del siglo XIX y principios del XX, sobre todo por Europa pero también por el norte de África. Lo hizo cuando las mujeres raramente lo hacían, por el simple placer de hacerlo.Del viaje como arte portada

“Al evocar el nombre de Edith Wharton, dos imágenes acuden a mi mente: una es la de la autora recostada en su cama, escribiendo bien temprano sobre un pequeño tablero, como siempre hacía cada día; y la otra es una visión suya en coche, exultante, arrebatada, infatigable, lanzándose por los campos y ciudades en busca de aventura”

Esta es una recopilación de algunos de sus relatos de viaje, entre los que destacan Marruecos y España, si bien comienza en Italia y Francia.

Muchas cosas sorprenden de esta viajera y escritora. Desde cómo se empeña en describir todo lo que ve, pareciendo que lo tienes delante, hasta cómo habla de su forma de viajar, pues no satisfecha con el  hecho de hacerlo busca su propia fórmula.

Evita los caminos trillados, las recomendaciones de las guías de viaje que ya entonces se publicaban, y que según sus palabras, estaban hechas con un protagonismo excesivo de su autor. Por ejemplo, recorre Italia en pleno verano cuando por aquél entonces los turistas rehuían este destino porque consideraban que era el momento de mayor riesgo para contraer enfermedades.

Busca así la autenticidad de los lugares, tarea harto difícil en la Toscana o en el sur de Francia, con ese deseo de exclusividad que caracteriza a todo viajero (y también turista).

Por otro lado, canta las virtudes de viajar en coche, cuando entonces no muchos tenían un artefacto así para desplazarse libremente por las carreteras y caminos.  Se nota que es un descubrimiento y liberación, un gran aliado para su forma de viajar, y por esto sorprende ya que hoy en día lo hemos naturalizado mucho, o demasiado.

El automóvil ha restablecido el encanto de viajar.

Al liberarnos de las servidumbres y los engorros del ferrocarril, de la sujeción a horarios fijos e itinerarios trillados, de la obligación a acercarse a cada ciudad por esas zonas de fealdad y desolación que el propio tren crea, el coche nos ha devuelto el asombro, la aventura y la novedad que animaba el camino de nuestros antepasados viajeros. Por encima de estos placeres está la dicha de tomar una ciudad desprevenida, de abordarla furtivamente a través de caminos secundarios y descubrir en ella algún aspecto íntimo de su pasado… Los pueblos que nos perdimos y por los que suspiramos desde la ventanilla del tren han vuelto a nosotros…

Así, en busca de la autenticidad, con el coche como aliado, llega a Marruecos y España, la parte del libro que más me ha gustado, quizá porque me identifico con las ganas de aventura y lo exótico, claro. También porque los relatos de la Toscana, y más aún de Francia, me resultan un pelín cargantes, muy centrados en las descripciones de las manifestaciones del arte y arquitectura que encuentra en su paso. Fueron también sus primeros relatos de viaje, y de hecho se observa una cierta evolución entre estos y su encuentro con Marruecos, por ejemplo.

Al primer giro después de dejar Tánger, Europa y lo europeo desaparecen […] y se tiene la convicción de que cada figura que se encuentre en el camino será pintoresca en vez de prosaica, cada vestimenta airosa en vez de grotesca. Uno sabe también que ya no habrá más autobuses ni tranvías o ciclistas, sino largas filas de camellos recortando sus pardos frisos contra el cielo […] y solemnes figuras embozadas caminando junto a ellos o asentados majestuosamente sobre las grupas.

España era entonces tan exótica y pobre como lo serían países de mucho más al Sur del globo. Una España dominada por el polvo del camino, con ausencia de desarrollo tecnológico e industrial.

Como ella misma relata en sus memorias sobre el viaje a España: “era todavía considerado una ardua aventura”.  

Siempre es bueno leer al “otro” sobre sus viajes por tu país. La mirada externa que nos proporciona siempre ayuda a relativizar la nuestra, a equilibrar, al fin y al cabo. Si además son relatos de hace casi un siglo, puede que recibamos además una lección de historia.

 

 

 

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Un comentario

  1. una gran vida! me gusta mucho este artículo. gracias por compartirnoslo! te espero más los artículos interesantes.

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